Poco antes y después del nacimiento de su hijo, la madre se retiraba a un lugar especial fuera de la casa para realizar un ritual de purificación que duraba más o menos un periodo de dos semanas. Este lugar se situaba a menudo en el techo de la casa, de acuerdo con las representaciones que se muestran en los ostraca y en los muros de Deir el-Medina, y en las casas de los obreros de Amarna. Tenía una forma parecida a un tabernáculo: una construcción de palos con enredaderas y sarmientos sobre ellos. Los egiptólogos discrepan sobre si estas cabañas de nacimiento eran las que sus predecesores llamaban casas de nacimiento (denominadas modernamente mammisi), y que son conocidas en un buen número de templos de le Época Ptolemaica. Las más relevantes proceden de Dendera, Edfú y Filae. Son capillas situadas siempre enfrente del templo principal, en uno de los ejes principales y perpendicular a éste. Es probable que existieran ejemplos datables en el Imperio Nuevo, como el (muy dañado) templo situado en un ángulo del templo de Mut en Karnak. Según los textos y las representaciones gráficas que se tienen de estas casas de nacimiento, era aquí donde los niños divinos nacían y se criaban. En ocasiones nos muestran a los niños naciendo; otras, junto a Jnum sobre su torno; otras, siendo presentados a su padre. Estos motivos se identifican con las escenas que aparecen en los muros del templo de Luxor (que nos enseñan el nacimiento de Amenhotep III) y de Deir el-Bahari(que nos enseñan el nacimiento de Hatshepsut). Generalmente, los dioses protegían a la madre y al niño, de manera especial Bes y Tueris, hecho que a menudo está representado en las casas de nacimiento.