Tras el colapso del Imperio Antiguo a finales de la Dinastía VI , se produjo en Egipto un peque_o interregno (un periodo de 70 días que mal interpretado por los posteriores comentaristas de la Aegyptiaca de Manetón, terminó por convertirse en la Dinastía VII). Vino a continuación un largo periodo de lucha por el trono (la Dinastía VIII), durante el cual, y según la Lista de Abydos, entre otras, no menos de 17 reyes gobernaron en menos de 20 años. Finalmente, los reyes de Heracleópolis, cerca de el Fayum, consiguieron hacerse con el poder, aunque no sobre todo Egipto. Forman lo que se conoce como las Dinastías IX y X, una división bipartita que se remonta a la tradición griega sobre la historia de Egipto. Muchos reyes se sucedieron rápidamente en el trono. Sólo se conocen los nombres de unos pocos de ellos y tampoco es que existan muchos monumentos. Al mismo tiempo que los reyes heracleopolitanos, gobernaron en Egipto otros faraones, que controlaron el sur del país desde la ciudad de Tebas; esto sucedió a comienzos de la Dinastía XI, que en ocasiones es incluida en el Primer Periodo Intermedio, cuando las dos casas reales entraron en conflicto. En sus inscripciones, los gobernadores de varios nomos y ciudades no sólo describen sus propios logros como dirigentes, sino también su lealtad hacia una de las dos casas reales. Finalmente, el rey tebano Mentuhotep II consiguió hacerse con el control de todo el país, aunque no está claro si su victoria sobre Heracleópolis fue diplomática o militar. El Primer Periodo Intermedio es una época de decadencia. No sólo el poder real se colapsó, sino también el del gobierno con sus numerosos burócratas repartidos por todo el país. La calidad del arte decayó dramáticamente, tribus del exterior invadieron Egipto y hubo hambrunas ocasionales. Las tumbas, pirámides y templos funerarios fueron saqueados, lo que llevó a la conclusión de que ninguna medida era capaz de garantizar la vida después de la muerte. A pesar de la omnipresente decadencia, hubo un importante desarrollo intelectual y, al mismo tiempo, se difundió el uso de los textos funerarios. De este modo, lo que había sido una prerrogativa real (los Textos de las Pirámides) se convirtió entonces en asequible para la clase social alta de la población (los Textos de los Sarcófagos). Esta tendencia continuó y terminó por hacer asequible este material textual a los estratos más pobres de la población (el Libro de los Muertos). Hacia el final del Primer Periodo Intermedio, la producción artística de lugares como Guebelein y Asiut volvió a florecer.