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Amuleto

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Objeto cuya finalidad es proteger a su portador contra la adversidad, o dotarle de ciertos poderes o ayudas. Tanto los vivos como los muertos pueden beneficiarse de los amuletos y con frecuencia no es posible diferenciar entre estos dos grupos de objetos. Normalmente, los vivos llevaban amuletos que se colgaban de un cordón alrededor del cuello, como se observa en las imágenes de las tumbas y las estatuas. Los difuntos portaban amuletos dentro de sus cuerpos o colocados entre las vendas de la momia. Las marcas de uso indican que los amuletos en cuestión ya se habían utilizado durante la vida. Los amuletos adquieren su poder mágico-religioso, recitando sobre ellos un hechizo determinado (los numerosos hechizos del Libro de los Muertos son ejemplo de ello), pero también por el material del que estaban hechos, y por su color. La fayenza, un material brillante símbolo de la regeneración, era el material favorito para los amuletos, especialmente en la Baja Época. Un papiro fechado en Época Romana contiene una lista de los materiales que podían utilizarse (vegetales y minerales) y sus respectivos efectos. El color también ofrece una amplia gama de posibilidades. Se utilizaba con frecuencia el verde, color de la vegetación y de la regeneración, al igual que el rojo, el color del Sol y de la sangre, aunque también es el color del enemigo. La forma del amuleto también proporcionaba poder, y se conocen muchas distintas. Las figuras de dioses eran muy populares. Bes y Tueris aparecen regularmente y, en la Baja Época, se incluyen otras divinidades. Además, los animales eran importantes, habitualmente por su significado divino. Quizás el amuleto más famoso era el ojo-udyat, aunque también se han documentado otras partes del cuerpo. En el contexto funerario, el amuleto de corazón, íntimamente ligado con el escarabeo de corazón, era muy utilizado. También se han encontrado con frecuencia coronas, joyas y objetos de la vida cotidiana, al igual que símbolos como el pilar-dyed. Junto a los amuletos reales, se solía proporcionar también al difunto una lista que a veces alcanzaba los 75 amuletos. También es digna de mención la existencia de papiros con representaciones de amuletos, sustitutos adecuados de los amuletos originales. Por último, también se sabe que los vivos debían lamer o comer el dibujo de un amuleto sobre papiro u otra materia vegetal y así beber (empaparse de) sus poderes mágicos.