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Obelisco

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Monumento de piedra en forma de aguja, con la parte superior como una pirámide. Los obeliscos fueron símbolos solares y han sido interpretados por algunos investigadores como la representación de un rayo solar. Normalmente, la parte superior se doraba, reflejando así la luz del Sol. A menudo, en la base aparecían representados los monos solares que eran babuinos que adoraban la salida del astro y eran conocidos por saludar al Sol cada mañana con llantos estruendosos. El obelisco fue originario de Heliópolis, el centro del culto solar, pero después llegó a ser característico de todos los templos de Egipto. Los más famosos son aquellos que se erigieron a pares delante de los pilonos de los templos, desde el Imperio Nuevo en adelante. En el Imperio Antiguo también se construyeron obeliscos, pero de menor tamaño que pueden verse, por ejemplo, delante de las tumbas privadas. Uno de los más grandes estuvo en el templo del sol de Nyuserre, en Abu Gurab, aunque su construcción fue poco cuidada. La manufactura, transporte y erección representaba una gran tarea. Los monolitos más inmensos medían normalmente más de 30 ms. de altura y pesaban cientos de miles de kgs.. El mayor obelisco jamás erigido medía casi 42 ms. y su construcción se abandonó cuando se agrietó la piedra (es el bien conocido 'obelisco inacabado' de la presa de Asuán). Muchos de ellos se trasladaron, no sólo dentro del mismo Egipto, sino también a otros paises. El rey asirio Assurbanipal se llevó dos obeliscos a su país. Los que hoy se encuentran en Nueva York y Londres proceden del Cesareum de Cleopatra VII y de Augusto, de Alejandría, que anteriormente se habían trasladado allí desde el templo de Atón-Re en Heliópolis.